La DISTIMIA es un tipo de TRASTORNO AFECTIVO que guarda relación con la sintomatología de la depresión leve sin llegar a ser por ello una depresión. Se caracteriza por un estado anímico melancólico, triste, basado en una baja autoestima. Las personas que lo padecen lo llegan a interiorizar de tal manera que lo consideran como parte de su personalidad, llegando a convertirse en muchos casos en crónico.
El origen del mismo no acaba de estar claro, aunque muchos estudios apuntan a que sea genético-hereditario partiendo de una carencia afectiva a nivel psicosocial: falta de incentivos y estímulos positivos en la infancia…
No lo debemos confundir con un periodo de tristeza concreto, para considerarse trastorno éste debe manifestarse durante todos los días en un periodo mínimo de dos años.
Se suele dar más entre la población femenina, como ocurre con otro tipo de trastornos emocionales. Y suele estar asociado a la ansiedad, el alcoholismo o la drogadicción.
¿Cómo identificar la Distimia?
– Estado anímico melancólico y triste durante más de dos años.
– Baja autoestima
– Alteración del ritmo del sueño (dormir demasiado o por el contrario padecer insomnio)
– Fatiga o cansancio generalizado.
– Trastornos alimenticios (inapetencia o ingesta compulsiva)
– Sensación de desesperanza e incapacidad.
– Problemas de concentración y memoria.
– Aislamiento social pudiendo desencadenar en una fobia social.
¿En qué se diferencia a la distimia de la depresión?
– Ausencia de ideas suicidas y de pensamientos recurrentes con la muerte (pensamiento psicótico).
– No hay pérdida de interés ni de la capacidad de manifestar placer.
– No se produce agitación o enlentecimiento motor.
– Diferencias en cuento a su intensidad y grado de incapacitación. Una persona distimica puede ir haciendo su vida, pese al estado de tristeza, en cambio una persona depresiva puede verse incapaz hasta de poner un pie fuera de la cama.
¿Cómo combatir este trastorno?
Se combate con una combinación de farmacología y terapia psicológica cognitivo _ conductual. Al tener una relación directa con los cuadros depresivos, los fármacos más idóneos serán los inhibidores de serotonina. A nivel psicológico se trabaja a través de terapias cognitivo-conductuales, individuales o grupales, donde se profundiza en el análisis de los pensamientos negativos y en la gestión de las propias emociones, en cómo estas afectan al comportamiento de la persona.