A todos nos ha tocado ver a un niño llorando o haciendo un gran berrinche porque sus papás no aceptan comprarle un juguete o un dulce que quieren tener. Muchas veces los niños no piden, sino que exigen a sus papás que satisfagan cualquier capricho que se les ocurra por algo que se cruzó en su camino.
Esta necesidad insaciable de consumir es algo que, como papás, debemos aprender a manejar en nuestros hijos. Todos hemos escuchado historias de abuelos que cuando eran niños jugaban con muñecas de trapo u objetos fabricados por ellos mismos y así vivieron infancias muy felices. Esto ha ido cambiando con el tiempo, debido a distintos factores, como:
¿Es malo que tus hijos pidan algo?
Por supuesto que no, expresar sus deseos les ayuda a definir su personalidad, a tener una conciencia clara de lo que quieren y lo que necesitan. Un niño reprimido constantemente por manifestar lo que quiere, puede convertirse en un adulto que no sepa reconocer lo que necesita y termine aceptando lo que los demás quieren de él.
El problema no es su deseo de conseguir lo que quiere, sino que nosotros como papás no sepamos manejar la situación y le enseñemos, aun sin intención, que es a través del chantaje y la manipulación como puede conseguir lo que desea. Si no somos capaces de poner límites sensatos a las demandas de nuestros hijos, ellos difícilmente aprenderán a moderarse y sus peticiones pueden llegar a ser cada vez menos razonables.
Por eso es tan importante enseñarles que no es gritando ni haciendo berrinches como se alcanzan los objetivos. Si logramos mantenernos firmes en ello, entonces buscarán otras formas de movernos hacia donde quieren y buscarán recursos más positivos para su desarrollo, como la creatividad, la argumentación y la perseverancia.
Como papás, debemos tener claro que aunque escuchemos las peticiones de nuestros hijos, somos nosotros los que tenemos la última palabra, sopesando la conveniencia del momento, del producto, de las prioridades y de nuestra economía.
El objetivo es formar niños consientes y responsables, no niños impulsivos y demandantes, ya que, entre otras cosas, no aprenderían a valorar lo que tienen. Éstas son algunas sugerencias para educar a tus hijos en un consumo responsable y no se conviertan en niños consumistas:
Finalmente, no olvides actuar de una manera ejemplar. No podemos enseñarle a nuestros hijos el consumo responsable si somos los primeros en realizar compras compulsivas e innecesarias, y luego sufrimos para pagar las cuentas y llegar a fin de mes.
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