Existen muchas investigaciones sobre cuánto y de qué manera influye el amor de los padres en el desarrollo de un niño. Una de tantas, llevada a cabo en la Washington UniversitySchool of Medicine, en la ciudad de San Luis, arrojó interesantes evidencias de que los niños que son objeto de más atenciones y afecto logran desarrollar mejor el hipocampo, una parte del cerebro con funciones esenciales en el aprendizaje y en la capacidad para manejar el estrés.
De acuerdo con la revista Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, donde se publicaron los resultados de este estudio, para llegar a tales hallazgos, los especialistas analizaron lo que ocurría en dos grupos distintos, ambos formados por uno de los padres (en la mayoría de los casos la madre) y un hijo de entre seis meses y seis años de edad: en uno de ellos estaban los padres que se caracterizaban por responder de manera solícita ante cualquier problema cotidiano que enfrentara su hijo. El otro estaba formado por padres que solían ignorar a sus hijos ante este tipo de situaciones.
Lo interesante vino después de varios años, cuando, a través de una resonancia magnética, los investigadores comprobaron que los niños que habían sido tratados cariñosamente tenían hipocampos más grandes (tenemos uno en cada hemisferio del cerebro) en comparación con los niños que no habían sido tratados de manera amorosa por sus madres.
Para entender aún mejor la relevancia de esta investigación, conviene mencionar brevemente algunas de las consecuencias de tener hipocampos pequeños: aumenta el riesgo de problemas como la depresión, el estrés postraumático y el Alzheimer. De hecho, todo aquello que nos provoca estrés también reduce el tamaño del hipocampo.
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