Las noticias de la televisión y de los diarios, así como todas aquella información que encontramos internet pueden cambiar nuestra opinión. Es más, muchas noticias están creadas o se cuentan de una forma particular con la finalidad de decirnos en qué debemos pensar y cómo debemos pensar. ¿Quieres saber cómo consiguen este control sobre nuestra mente?
Se dice que si algo no es noticia no sucede. Un ejemplo ocurrió en 1994 durante la guerra que se desencadenó en Ruanda. Las dos etnias que en ese territorio convivían comenzaron a masacrarse hasta tal punto que se le denomina genocidio. El 75% de los miembros de la etnia Tutsi fueron masacrados. El desencadenante de este genocidio fue el nombramiento de miembros de la etnia Hutu como gobernadores.
Durante la primera semana del genocidio ninguna potencia europea se movilizó. Ninguna noticia apareció en la prensa y, por tanto, nadie se preocupaba de la matanza que estaba sucediendo. En la segunda semana, los medios de comunicación comenzaron a relatar los eventos en sus noticias. El efecto fue que los países europeos comenzaron a enviar ayuda para detener la masacre.
Aún así, la falta de fotografías sobre lo que en Ruanda ocurría hizo que las noticias no fueran tan impacientes como la realidad, por lo que el interés de la opinión popular fue mínimo. Nuestras emociones no quedaron implicadas y, por lo tanto, nuestra atención pasó de largo.
¿En qué tenemos que pensar?
Como se ha comentado antes, si no contamos con información sobre los eventos que suceden, no nos vamos a enterar de lo que ha pasado. Por tanto, las noticias nos dicen sobre qué pensar aunque, evidentemente, no vamos a estar siempre pensando en todas las noticias que leemos.
El interés que tengan para nosotros las noticias va a hacer que dediquemos más atención a unas que a otras. Un factor que va a incidir en la importancia que otorguemos a las noticias es el miedo. Aquellas noticias que despierten miedo en nosotros van a llamarnos más la atención. Ejemplos de estas noticias son aquellas que aluden a una amenaza, como un virus que se está extendiendo por nuestra ciudad o que se hayan producido diversos robos en nuestro vecindario.
Posiblemente, la noticia relatada al comienzo de este post os haya hecho pensar en lo que pasó en Ruanda. Debido a que esta noticia es antigua y su repercusión es mínima en la actualidad, la mayoría no le dedicará mucha atención si no la ha encontrado atractiva.
¿Cómo tenemos que pensar?
Las noticias que nos interesan, ya sea por la temática o por la relevancia, y aquellas sobre las que tenemos una opinión formada van a hacer que pensemos en ellas basándonos en la información previa con la que contemos o en la que tengamos inmediatamente a nuestro alcance. La información que la noticia presente va a ser evaluada y contrastada con nuestra opinión previa y, seguramente, a no ser que sea muy poderosa o ya albergáramos ciertas dudas, no va cambiar la forma en la que pensábamos antes de escuchar la noticia.
Si alguien tenía una idea formada sobre lo que pasó en Ruanda, la noticia del principio no le va a hacer cambiar su opinión. Pero, ¿qué pasa si no conocía el evento o solo tenía una vaga idea de lo que pasó? Entonces es más probable que la noticia le dirija a pensar de una determinada forma.
El papel de los heurísticos
Los heurísticos son reglas simples y de fácil manejo que utilizamos para interpretar el mundo. En el caso que nos concierne, sirven para interpretar las noticias. Cuando las noticias son relevantes, la información se procesa por una vía central y, como se ha dicho, la información se contrasta y discute con la que previamente teníamos.
Por el contrario, cuando la noticia no es relevante, la información se procesa por una ruta periférica. En este caso, los heurísticos entran en juego y nuestra opinión sobre ese evento va a depender de las claves periféricas que la noticia incluya.
El hecho de que se considere fiable a la fuente que relata la noticia, en el caso del genocidio de Ruanda, o la fiabilidad atribuida escritor va a hacer que nos creamos la información. Si soy el narrador de la noticia y los lectores no confían en mí, no se la creerán o lo harán con reticencias.
En la noticia se han escrito términos como guerra, genocidio y masacre. Estas claves van a hacer que se despierten más emociones negativas al pensar sobre la noticia, dando lugar a que se tenga una mala imagen de la etnia hutu. La carga negativa no sería tan fuerte si se hubiera usado el término “conflicto”, en vez de “guerra”.
Al dar una cifra en porcentaje se ha instado a que la noticia parezca más negativa. Si por el contrario hubiera escrito una cifra pequeña “en bruto” -sin relativizarla respecto al total- el impacto hubiera sido menor. El hecho de relatar el desencadenante del genocidio va a hacer que los hutus sean considerados culpables. Si hubiera escrito que los que nombraron gobernadores a los hutus fueron los europeos, quizás se hubiera atribuido más culpa a éstos que a los hutus.
Cada palabra de una noticia cuenta y va a tener diferentes repercusiones dependiendo de la atención y el conocimiento previo que tengamos. El poder de persuasión de las noticias puede ser muy fuerte si no somos conscientes de estos procesos mentales. Por otro lado, serlo no impedirá que intenten ejercer control sobre ellos desde el exterior, pero sí posibilitará que seamos conscientes de este intento de influencia y podamos intervenir.