Se conoce como desarrollo emocional al conjunto de conductas que se adquieren conforme una persona crece e interactúa con su entorno. Las etapas del desarrollo emocional no siempre son fáciles de identificar, ya que no se sabe a ciencia cierta cuándo termina una y empieza la otra. Lo que sí se sabe es que es durante la edad más temprana cuando se sientan las bases, y que éstas condicionan en una buena medida el resto de aptitudes y habilidades que se tendrán en la etapa adulta.
Dado que las emociones tienen un papel fundamental en la vida, el correcto desarrollo debe potenciarse con sumo cuidado. Desde que nacemos tenemos determinadas capacidades para responder emotivamente a nuestro entorno, pero los estímulos a los que nos exponemos determinarán la capacidad de mostrar sentimientos en determinadas situaciones cuando vamos creciendo.
La primera de estas etapas va desde el nacimiento hasta los 6 años, aproximadamente. A su vez, el desarrollo emocional de un niño entre los 0 y los 6 años suele estar fragmentado en tres partes:
A partir de los 6 años
Para comprender en qué consiste el desarrollo emocional hay que ir más allá de los 6 años, por supuesto, pero los primeros son cruciales para el resto de su vida. Durante los años de escuela se aprende a ser consciente de los errores, así como a expresar de un modo más maduro las emociones. El sentido de privacidad y las capacidades individuales también ocupan una parte de los pensamientos, que comienzan a ser más abstractos.
La adolescencia es la etapa probablemente más convulsa en el desarrollo. Se busca libertad, aunque se sigue dependiendo de los padres. La identidad personal se forja a la vez que se trata de encajar entre su grupo más cercano. Esta etapa termina aproximadamente a los 16 años. Teóricamente, las habilidades deben estar desarrolladas por completo cuando llega este momento, pero esto no significa que las personas no pueden seguir aprendiendo sobre el manejo de sus emociones ya siendo adultos.