La depresión es un trastorno del estado de ánimo, transitorio o permanente, que se caracteriza por sentimientos de abatimiento, infelicidad y culpabilidad. Además provoca una incapacidad total o parcial para disfrutar de las cosas y de los acontecimientos de la vida cotidiana.
No existe una idea clara y definitiva sobre por qué se produce la depresión. El origen de la depresión es multifactorial: factores biológicos, psicológicos y sociales podrían estar originándola. En general, podríamos decir que existe una mayor o menor predisposición a padecer depresión ante unos desencadenantes de mayor o menor magnitud.
Así, se unirían en la persona uno o varios factores de vulnerabilidad de base combinándose de una determinada manera y frente a una o varias circunstancias, en un determinado momento de la vida, desembocarían en una depresión.
La vulnerabilidad hace referencia a los factores biológicos, psicológicos y sociales, que están presentes de forma continuada y facilitan o predisponen al desarrollo de la depresión.
La causa de la depresión podría estar causada en parte en un desequilibrio de los neurotransmisores. Cuando estamos deprimidos tenemos ese desequilibrio y cuando tomamos la medicación adecuada, los neurotransmisores se equilibran y nuestro estado de ánimo cambia. Además, la depresión podría tener causas genéticas: el riesgo de padecer depresión es mayor cuando algún familiar próximo ha sufrido o sufre depresión. Existen cuadros depresivos que aparecen en el contexto de enfermedades médicas que aportan evidencias sobre la influencia de los factores biológicos.
La teoría conductual explica la depresión como una falta de refuerzo que hace que la persona no actúe y por tanto se perpetúe la depresión.
La teoría cognitiva dice que existe una distorsión cognitiva, en la que la persona que padece depresión distorsiona la realidad viéndose de forma negativa a él mismo, el mundo y el futuro.
La teoría de la indefensión aprendida encuentra la causa en la incapacidad para poder resolver algún problema.
Circunstancias externas que potencialmente producen estrés: los acontecimientos vitales que precipitan los trastornos del estado de ánimo. Se piensa que las personas que padecen depresión experimentan más acontecimientos vitales en los meses anteriores al comienzo de los síntomas. Sobre todo aquellos que son indeseados, incontrolables y que suponen una amenaza o peligro importante. Entre ellos, los acontecimientos que suponen una pérdida: fallecimiento de alguien cercano, un divorcio, una separación, perder el trabajo o incluso la pérdida de la propia salud.
Si estás sufriendo o tienes algún familiar que crees que puede estar pasando una depresión, no dudes en consultar, puedo ayudarte.