El juego en la infancia es básico para el desarrollo del niño. Tanto dentro de casa, como en el exterior, el niño adquiere habilidades y capacidades que les serán muy útiles durante su crecimiento. Sin duda alguna, los juegos de interior tienen un gran encanto, ya sea que los niños jueguen en solitario, con sus hermanos o incluso, con los padres.
Sin embargo, el juego al aire libre les ayuda a aprender sobre su entorno, estimula su creatividad, les ayuda a relacionarse con los demás, fomenta su autonomía y además, practican ejercicio.
Con los juegos de exterior podemos estimular a los niños a desarrollar sus diferentes habilidades, por ejemplo, la motricidad fina. Y es que, es entre los 3 y los 5 años cuando la psicomotricidad fina se agudiza, por lo que es en esta etapa de su vida, cuando debemos preocuparnos porque usen juegos y juguetes que hagan sus manos más hábiles y fuertes, mientras los comparten con sus compañeros en la calle.
Cuando veas que este desafío le resulta demasiado fácil, aumenta la dificultad añadiendo bloques al muro, para hacerlo un poco más alto. Es una buena forma de poner a prueba su fuerza y resistencia.
Además, jugar al aire libre aporta muchas más cosas a los niños, y si lo hacen con juegos de bloques, además saldrán doblemente favorecidos porque:
Además, estimula la autoestima del niño, le ayuda a intentar superarse a sí mismo, favorece el equilibrio.
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