Las mujeres españolas tienen el doble de riesgo de sufrir un episodio de depresión a lo largo de su vida que los hombres. A nivel general, entre el 8% y el 15% de la población mundial sufre este trastorno del estado de ánimo a lo largo de su vida, representando, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la principal causa de discapacidad en todo el mundo.
De hecho, en Europa representa más del 7 por ciento de la mortalidad prematura. Sin embargo, diferentes trabajos publicados cifran en un 50% los trastornos depresivos que no reciben el tratamiento o no el adecuado (psicofármacos o psicoterapia o su combinación).
Además en estudios españoles, los trastornos depresivos se encontrarían en cerca del 20% de los pacientes atendidos en atención primaria y hasta el 43% de los pacientes abandona el tratamiento y otro porcentaje importante no lo cumple como le ha sido prescrito.
Riesgos de Recaídas
Del mismo modo, los datos señalan que cada episodio depresivo incrementa la problabilidad de una recáida posterior, dado que, aproximadamente, un 60% de los pacientes que ha sufrido un epidosio depresivo presenta al menos una recurrencia a lo largo de su vida.
Los principales síntomas de la depresión son la tristeza patológica, la pérdida de interés o placer en casi todas las cosas y una disminución de la vitalidad, los sentimientos de culpa o de incapacidad, la irritabilidad, el pesismismo ante el futuro, las ideas de muerte o de suicidio, la pérdida de confianza en uno mismo o en los demás, la disminución de la concentración y la memoria, la intranquilidad, los trastornos del sueño y la disminución del apetito y de la libido, entre otros.
Además, provoca problemas de concentración, falta de atención, dificultad para encontrar las palabras, enlentecimiento mental y dificultad en la toma de decisiones. Todos ellos, se asocian también a una peor evolución del paciente y a un aumento de la carga clínica y económica.
Estos síntomas, a su vez, originan una serie de consecuencia como por ejemplo, incremento en la morbilidad y mortalidad, riesgo de suicidio; discapacidad prolongada, deterioro funcional y social, riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes, otros trastornos psiquiátricos y se consumidores de drogas.