La antropóloga y científica Helen Fisher postuló una vez que “a lo largo del tiempo el amor se va convirtiendo en cariño y apego”. Podemos deducir que el apego es básico a lo largo de nuestras vidas. Vamos a conocer su importancia en los niños basándonos en la teoría del apego de John Bowlby.
Porque si hay algo que está científicamente probado es que un bebé necesita tanto el calor humano como la energía que le aportan la leche y las primeras papillas. Es básico que el niño, en sus primeros años de vida, pueda gozar de un marco ambiental que facilite los primeros vínculos de apego y en el que se sienta protegido, cuidado y a salvo de los peligros del mundo.
¿Quién es John Bowlby?
Antes de continuar es importante conocer una de las figuras básicas en la psicología infantil del siglo XX. John Bowlby fue un psicólogo inglés que dedicó gran parte de su vida a trabajar en instituciones junto a niños que habían sido privados de la figura materna.
Bowlby, psicólogo y psicoanalista, demostró pronto su interés por el desarrollo infantil. De su trabajo y estudios publicó su teoría del apego. De hecho, su amplia experiencia y sus conocimientos han sido aprovechados por miles de profesionales. No en vano fue uno de los expertos más citados en publicaciones durante el siglo XX.
¿Qué dice la teoría del apego de John Bowlby?
Para conocer bien la teoría del apego de John Bowlby vamos a descubrir primero qué entiende este psicólogo por apego. En este caso se refiere a un vínculo emocional desarrollado entre el bebé y sus tutores, ya sean padres biológicos, padres adoptivos u otros cuidadores.
El vínculo emocional del apego crea en el niño una sensación emocional que Bowlby considera indispensable para el desarrollo de la personalidad. En este sentido, el psicólogo fundamentó tres tipos de apego diferenciados según la situación del pequeño y el acceso y conducta del adulto (figura del afecto):
Los estudios de Bowlby
Para los postulados de la teoría del apego que promulgó John Bowlby, se basó en diversos científicos y sus estudios. Algunas de sus bases se postularon a través del trabajo de Konrad Lorenz, quien había evidenciado el fuerte apego que se produce en diferentes especies animales, caso de aves como patos y gansos.
Otro de los estudiosos que fue clave en las teorías de Bowlby fue Harry Harlow. Este científico postuló una necesidad universal de contacto según sus estudios con primates.
El experimento de Harlow y su teoría del apego
Ambos científicos condujeron a Bowlby a estipular que el apego proporciona la seguridad emocional que necesita el niño. Todo bebé, especialmente en sus primeros meses de vida, necesita sentirse protegido y aceptado de forma incondicional.
El bebé y el apego
Así pues, Bowlby estipuló que el bebé nace con una serie de conductas cuya finalidad es lograr respuestas paternas. De este modo, las sonrisas reflejas, la succión, el llanto, el balbuceo o la necesidad de ser acunado responden a su forma de vincularse con sus cuidadores o padres.
Todo el repertorio conductual del niño está encaminado a mantener la proximidad con el cuidador, el padre o la madre, es decir, la figura de apego. De ahí que se resista a la separación y se puedan observar situaciones de ansiedad y falta de seguridad si se produce.
Unos años más tarde, aprovechando la teoría de Bowlby, la científico Mary Ainsworth encontró una serie de diferencias cualitativas en las interacciones madre e hijo. Según ella, la formación del apego se podía identificar entre los patrones de interacción entre niño y figura de apego:
Desde entonces, decenas de psicólogos ha continuado también el trabajo de Bowlby. Su teoría del apego tuvo y tiene hoy en día gran relevancia. Esto es así porque el contacto humano no solo es necesario en los primeros años del bebé, hace falta durante toda la vida, tal y como recordábamos al principio en palabras de Helen Fisher.