Nada más normal que nos encontremos con estudios sobre cómo afecta la maternidad a las mujeres. Sin embargo, son pocas las investigaciones de este tipo, referidas a los hombres, que se dan a conocer.
Por ello, las Universidades de Yale y Denver, ambas en Estados Unidos, realizaron un interesante estudio, cuyos resultados muestran cómo el cerebro de los hombres se modifica una vez que nace el primer hijo. Para ello, se escaneó el cerebro de 16 nuevos papás, antes del primer mes del nacimiento de sus primogénitos, y después de tres o cuatro meses, cuando el niño ya había nacido.
Investigaciones anteriores habían indicado que la actividad neuronal aumentaba en los papás cuando sabían que iban a tener un hijo. Esto, debido a que sabían también que deberían hacerse cargo de ellos. En otras palabras, se encontró que la responsabilidad de criar a un bebé pone en estado de alerta al cerebro.
Cuando un hombre o una mujer se convierten en padres, sus cerebros empiezan a estar más alerta. En el caso de la madre es más comprensible, puesto que durante las primeras semanas del bebé está a su lado y se encarga de alimentarlo, cambiarlo, asistirlo, etcétera. Pero en el caso de los papás no parece tan obvio, sobre todo porque la gran mayoría de ellos tienen que volver al trabajo a los pocos días del nacimiento del niño.
La importancia de estas nuevas investigaciones radica en que es la primera vez que se han documentado cambios de estructura en el cerebro de los papás, no estando cerca de sus pequeños.
Al realizarse el segundo escaneo se comprobó que el volumen de materia gris había aumentado en relación a la primera exploración, es decir, antes del primer mes de haberse convertido en papás. Las áreas que se expandieron son las que se encargan de diversas funciones: recompensa, control hormonal, proceso emocional, memoria y toma de decisiones.
A su vez, esta investigación reveló que los voluntarios que se sometieron a la prueba experimentaron una reducción en ciertas regiones del cerebro. Las áreas que se redujeron son aquellas que se activan al “desconectarse” del mundo exterior. Esto quiere decir que la capacidad de atención aumenta en cuanto aparece la responsabilidad de ser padres.
Otras regiones en las que la materia gris se redujo fueron las que se relacionan con la ansiedad. En los últimos días de embarazo, los hombres, al igual que las mujeres, presentan gran “aceleración” ante la proximidad del acontecimiento. Sin embargo, cuando el niño nace, esto parece desaparecer y ambos se tranquilizan. Es cierto que, posteriormente, aparecen otras cuestiones, como la ocupación o la incertidumbre, pero eso es un tema aparte.
¿Por qué ocurren estos cambios?
Podemos únicamente remitirnos a lo que dicen los estudios científicos, o bien, analizarlo desde el punto de vista sociológico. Es verdad que los hombres ahora son más participativos en la crianza de los niños, y eso puede relacionarse a un cambio a nivel cerebral, por ejemplo.
A diferencia de lo que ocurría en las generaciones anteriores, ahora los varones se hacen más cargo de los bebés: los cambian, alimentan, hacen dormir, llevan al parque, acompañan al pediatra, se quedan con ellos cuando la madre va hacer la compra, etcétera. Esto no pasaba hace 20 o 30 años.
Esto también ha generado, por ejemplo, depresión posparto en los hombres, un trastorno que se pensaba que únicamente estaba reservado para las mujeres, pero también lo sufren los padres.
Aún no se comprende bien la razón de este sentimiento, ya que se supone que el aumento de ciertas partes del cerebro elimina la depresión y la ansiedad. Como sabemos, en lo que se refiere a la mente, es como si tuviéramos una “caja de sorpresas” frente a nosotros.
El avance generacional en cuestiones parentales es inmenso. Y es que los padres, aunque no lleven nueve meses dentro a sus niños, conocen la importancia de la protección, el amor y el cariño de padre; porque todos, antes de ser papás, han sido hijos.
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