¿Por qué es tan importante educar las emociones en casa?
Porque la felicidad de una persona depende en gran medida de la capacidad que tenga para gestionar sus emociones. Si alguien no es capaz de manejar adecuadamente su ira, su tristeza, su frustración, incluso su alegría, por mencionar solo algunas de las emociones más comunes, le resultará más difícil llevar una vida satisfactoria. Y no solo eso: de acuerdo con estudios realizados por el ConsortiumforResearchonEmotionalIntelligence in Organizations, el éxito profesional se debe, solo en un 23%, a nuestras capacidades intelectuales (inteligencia cognitiva) y en un 77% a las aptitudes emocionales (inteligencia emocional). ¿Qué te dice eso?
¿Cómo surgió la idea de escribir ¿Cómo formar hijos emocionalmente sanos?, y qué podemos encontrar en él?
Surgió al darme cuenta de que la mayoría de los casos que trato en mi consultorio están relacionados con dificultades emocionales. Llama la atención cómo los papás suelen preocuparse por que sus hijos obtengan buenas calificaciones en la escuela, desarrollen habilidades deportivas, aprendan a hablar más de un idioma… pero pocas veces se preocupan por desarrollar su inteligencia emocional, aun con lo importante que es. Estoy convencida de que, si algo le hace falta al mundo hoy por hoy, es gente emocionalmente sana: maestros emocionalmente sanos, padres de familia emocionalmente sanos, políticos emocionalmente sanos, líderes de todo tipo emocionalmente sanos; y la mejor manera de empezar a trabajar en ello es hacerlo desde casa, con la mayor parte de la atención puesta en los hijos.
En el libro hablas de que expresar las emociones es algo fundamental para los niños, ¿cómo pueden los padres ayudar a que esto suceda?
El primer paso es ayudarlos a que las identifiquen desde pequeños. Por ejemplo, ¿cómo un niño va a poder controlar su enojo o su tristeza, si ni siquiera es capaz de reconocer lo que está sintiendo? El segundo paso es no reprimir esas emociones en ellos, sino hacerles ver que es normal sentir tristeza, enojo o desesperación ante distintas situaciones. A todos nos ha pasado y nos seguirá pasando, porque es algo natural en el ser humano. Negar esas emociones puede traer consecuencias graves, tanto a nivel físico como sentimental. De lo que se trata es de reconocerlas y saber qué hacer con ellas.
¿De qué manera influye en la escuela que los niños sean emocionalmente sanos?
De muchísimas maneras. Para empezar, estará mejor preparado para relacionarse con sus compañeros y con sus maestros de una manera cordial y respetuosa. Por otro lado, se sentirá más seguro y confiado ante los retos, no solo académicos, sino de toda índole, como podría ser un evento deportivo o social. También contará con mejores recursos para sobreponerse a adversidades como la derrota de su equipo de futbol o una mala nota en Matemáticas… los ejemplos son innumerables.
Hablando de fortalezas, ¿qué es lo que pueden hacer los padres para que sus hijos tengan una perspectiva positiva de sí mismos?
Algo muy importante para que una persona desarrolle una autoestima sana es reconocer sus fortalezas (para potenciarlas) y sus debilidades (para aprender a vivir con ellas y contrarrestarlas en lo posible). En el caso de un niño, los papás juegan un rol fundamental para que lo anterior ocurra. Un error muy común en los padres es procurar su formación tomando más en cuenta sus propios intereses, gustos, miedos y aspiraciones que los de sus hijos. Por ejemplo, si a un niño no le gusta el karate, ni es muy apto para ello, ¿por qué forzarlo a que lo practique, si él se sentiría más seguro y más contento en clases de canto?
¿Qué problemas pueden surgir en casa si no se da importancia a las emociones?
Muchísimos y de muy diferente índole: de comunicación, de autoestima (en cualquier integrante de la familia), de conducta, de conciencia… una persona (sea niño o adulto) que no tenga oportunidad de sanear sus emociones será más propenso a vivir en conflicto consigo mismo, con los demás y con su entorno.
¿Por qué es tan importante que primero los padres aprendan a gestionar sus propias emociones?
Porque, como dicen: “La palabra convence pero el ejemplo arrastra”. ¿Cómo un niño va a aprender a conducirse de manera respetuosa si constantemente ve cómo se agreden entre sí sus papás, por ejemplo? O, ¿cómo va a poder desarrollar tolerancia a la frustración, si sus papás le resuelven todo por temor a verlo sufrir por no lograr lo que se propone? Algo muy interesante es que el libro ¿Cómo formar hijos emocionalmente sanos?, aunque originalmente fue pensado como una guía para que los papás pusieran en práctica con sus hijos, terminó siendo un documento con potencial para generar beneficios en el desarrollo de cualquier ser humano.