El hecho de padecer una enfermedad crónica durante la infancia supone muchos cambios, sufrimientos y limitaciones, que afectan a la vida del niño. Así, muchos aspectos de la vida familiar se ven alterados por la enfermedad del hijo; desde la propia dinámica que impone el tratamiento, las revisiones y posibles hospitalizaciones, hasta los miedos que se derivan de su padecimiento: las amenazas a la vida del hijo, miedo a que sufra, a que vea limitado su futuro, etc.

A su vez, las actividades lúdicas que cualquier niño realiza en función de su edad también suelen estar limitadas en los niños que padecen una enfermedad crónica por las propias características de la enfermedad y de su tratamiento. De la misma manera, la vida escolar, una de las actividades que de forma continuada el niño debe realizar a lo largo de su infancia y adolescencia, también suele verse afectada, en gran medida, por el padecimiento de una enfermedad crónica y por su tratamiento.