La eliminación de los desechos corporales es una función básica que se realiza de forma instintiva desde el nacimiento y que, en los primeros años de vida, inicia una amplia evolución que conducirá al niño desde la total dependencia hasta la completa autonomía. En este proceso evolutivo, que normalmente se extiende hasta el cuarto/quinto año de vida, el niño debe ir adquiriendo una serie de aprendizajes, que acaben consolidándose como hábitos de auto-cuidado y que de forma secuencial le conducirán al control de sus esfínteres, tanto de día como de noche.

El control de los esfínteres suele seguir una secuencia que es común a la mayoría de los niños: lo primero que se adquiere es la continencia fecal nocturna, es decir, el control de vaciado intestinal durante el sueño; en segundo lugar, se suele adquirir el control fecal diurno; poco tiempo después suele conseguirse la continencia urinaria diurna y, finalmente el control nocturno de la orina que es el que más suele tardar en conseguirse. Aunque esta secuencia evolutiva es bastante constante, no lo es tanto la edad en la que se va produciendo el control de cada una de las funciones de eliminación que va a depender tanto del propio niño como de las actitudes y pautas educativas de sus padres.

Finalmente, señalar que el sexo es una variable que también influye en la edad de control de los esfínteres. Normalmente, las niñas adquieren el control antes que los niños, con un desfase que puede ir desde sólo algunos meses hasta 2 o 3 años. A pesar de esta variabilidad, lo normal es que el control comience a ser entrenado sobre los 18 meses y se cabe de adquirir entre los 3 y los 5 años. Pasados estos momentos evolutivos la falta de control urinario (enuresis) o fecal (encopresis) se considera problemática.