La categoría diagnóstico de trastorno del comportamiento perturbador en la infancia y en la adolescencia, hace referencia a la presencia de un patrón de conducta persistente, repetitivo e inadecuado para la edad de menor, que se caracteriza por el incumplimiento de las normas sociales básicas de convivencia y por la oposición a los requerimiento de las normas sociales básicas de convivencia y por la oposición a los requerimientos de las figuras de autoridad, generando como consecuencia un deterioro en las relaciones familiares y/o sociales.

No obstante, no todos los comportamientos perturbadores son iguales y de la misma intensidad, encontrándose conductas disruptivas tan dispares como por ejemplo, agresión física o verbal, desobediencia, absentismo escolar, consumo de drogas, robos, etc., desde esta perspectiva, se podría considerar la existencia de un continuo en cuanto la intensidad, severidad, frecuencia y cronicidad de los trastornos del comportamiento perturbador. En este sentido, los sistemas de clasificación diagnóstica más utilizados, en la actualidad, reflejan la existencia de este continuo al hacer una distinción entre cuatro trastornos que se caracterizan por la presencia de comportamientos disruptivos o perturbadores, que de menor a mayor gravedad se ordenarían en: problemas paterno-filiares, comportamiento antisocial en la niñez o adolescencia, trastorno negativista desafiante y trastorno disocial.