—Los abusos sexuales a menores están a la orden del día en los medios de comunicación pero, ¿son un fenómeno reciente o han existido siempre?
—Han existido siempre. Aunque la sociedad todavía cree que esto pasa poco y que cuando sucede es en ámbitos alejados de su realidad. Las cifras de prevalencia e incidencia del abuso sexual infantil son alarmantes. Un 15% de la población informa haber sido víctima de algún tipo de abuso en la infancia, de ellos el 80% son niñas y el resto son niños. Múltiples son las razones que dificultan la identificación del abuso, tales como: miedo del menor a castigos, amenazas del abusador/a hacia éste, creencia del infante de que no le van a creer o lo van a culpar de lo sucedido… Por lo tanto hay un gran número de abusos que no van a ser desenmascarados en ningún momento.
—¿Qué es abuso sexual?
—Se considera abuso sexual infantil cualquier conducta de tipo sexual que se realice con un menor, incluyendo las siguientes situaciones (Guía Básica de Prevención del Abuso Infantil):
—¿Cuál es el perfil de la persona que comete abusos sexuales?
—El abuso sexual infantil se da en todas las clases sociales, religiones, y niveles socioculturales. No existe un perfil específico de un abusador sexual infantil. Sin embargo, mayoritariamente, los menores son víctimas de él por parte de personas de su propio entorno, ya sea conocidos vecinos, profesores, o directamente familiares padre, tío, abuelo…. Generalmente el abusador posee alguna relación de autoridad con el niño o niña, existiendo respeto, confianza y cercanía. La persona que abusa sexualmente de otra menor puede provenir de hogares en los que ha existido maltrato físico y/o emocional y terminan después abusando de menores, o pueden haber sufrido abusos sexuales durante su infancia. Pero no es siempre así, también existe un perfil de persona agresora aparentemente normal que con frecuencia asume el rol de figura protectora, cariñosa, muy valorada y con muchos niños y niñas a su alrededor o en oficios que suponen estar en contacto con infancia.
—¿Cómo podemos los padres detectar que nuestros hijos están sufriendo abusos sexuales?
—Mayoritariamente, entre un 60% y 70% lo ejercen familiares y personas del entorno próximo del niño y/o la niña. Todo esto contribuye a alimentar que estas situaciones permanezcan en el secreto más absoluto, ya que hay que mantener la lealtad familiar y al clan.
Los síntomas físicos más evidentes son dolor o sangrado en los genitales, enfermedades venéreas, infecciones recurrentes, picazón, contusiones, inflamación, dolor al sentarse o al andar… Ropa interior rasgada, manchada.Emocionalmente y conductualmente los síntomas pueden ser lavado excesivo de los genitales, miedo a alguna persona en concreto, rechazo de muestras de afecto que antes eran aceptadas, pesadillas, miedos, terrores nocturnos, miedo a la oscuridad…muestras de conocimientos sexuales impropios de su edad o expresiones inadecuadas, retroceso en su comportamiento (como si fuera más pequeño), negarse a que los vean desnudos, falta de concentración, disminución del interés por la escuela de manera repentina o descenso de rendimiento académico, fugas del domicilio, miedos, fobias, ansiedad, depresión…
Cuando nuestros hijos no hacen uso del lenguaje debemos observar los síntomas comentados, y cuando pueden expresarnos lo que les pasa creerles siempre, escucharles cuando nos denuncian este hecho y protegerles desde el primer momento.
—¿Qué medidas preventivas sugiere a los padres para evitar los abusos sexuales?
—Como el perfil de persona abusadora es tan complejo, ya que es alguien cercano al menor, y mayoritariamente alguien de confianza incluso un familiar, la prevención va más dirigida al niño/a. La mejor forma es dotar a nuestros hijos de una confianza plena y de una autoestima sana y fuerte. Para ello, desde que nacen debemos tratarles con respeto, y hacer que las personas que tratan con ellos también lo hagan. Si fomentamos el respeto hacia ellos, cuando alguien no los trate así, serán capaces de contarlo.
La Asociación Aspasi recomienda «empezar desde los 3 años, explicando a los niños qué cosas les gustan y cuáles les molestan, qué partes del cuerpo son suyas, a través de cosas sencillas como juegos y cosquillas». Empezar desde los 3 años, a través de cosas sencillas como juegos y cosquillas.
Facilitarles herramientas para creer en ellos mismos. Hacerles saber que sus decisiones son importantes, que sus emociones y sentimientos también, no ninguneándoles por ser pequeños. Explicarles que existen secretos, que no deben ser guardados, que si algo les produce daño, o vergüenza, para que deje de producir ese daño, lo mejor es contártelo a ti, que siempre le comprenderás y protegerás.
El hablarles también desde pequeños sobre su sexualidad, su cuerpo, y hacerles ver que los límites y espacios corporales son solo suyos. Que nadie, ni siquiera de su familia ni amistades, debería pasar los límites que ellos pongan. Gestos sencillos como por ejemplo, no obligarles a dar besos a personas que no quieran. Todo esto lo podemos complementar con la utilización de cuentos como «Ni un besito a la fuerza», «Mi cuerpo me pertenece a mí», son libros que ofrecen y facilitan la psicoeducación.
Y sobre todo, que se sientan aceptados, colmados de afecto y contacto respetuoso, esto les hará diferenciar cuando un contacto físico es invasivo, inadecuado y cuando no lo es.
—¿Qué terapia se necesita cuando el niño ha sido abusado?
—Se trata de una forma activa de maltrato, afectando a la víctima no sólo en el momento del abuso sexual, sino que los efectos pueden continuar teniendo un profundo impacto en la edad adulta. Las consecuencias a corto y largo plazo son importantes.
En la edad adulta se pueden desarrollar una infinidad de síntomas muy diferentes y en distintos niveles de intensidad. Los más destacables son, a nivel emocional puede haber Trastornos de ánimo como Depresión, Ansiedad, o un Trastorno de Estrés Postraumático, etc. Otras veces se manifiestan Trastornos psicosomáticos o Trauma. Se asocia a menudo con baja autoestima, desconfianza, aislamiento social, pensamientos recurrentes, dificultades de concentración, desconexión, etc. Las dificultades y disfunciones sexuales en estos casos son muy frecuentes. Puede haber abuso de sustancias o desórdenes de la conducta alimentaria.
La maternidad, puede convertirse en un periodo crítico para la mujer que ha sufrido abusos en su infancia, el embarazo y/o el posparto, a menudo atrae el aumento de recuerdos infantiles, por lo que pueden reaparecer en la memoria evocaciones de la vivencia.
El apoyo psicoterapeútico por un profesional de la salud mental es fundamental, ya se inicie en la misma infancia cuando se detecta esta circunstancia o en el periodo adulto. El abordaje psicológico debe ser realizado por una persona especializada y el apoyo y la protección familiar y del entorno es necesaria para la superación de esta experiencia traumática.