“Nunca hace caso”, “Protesta por todo” o “¡Es muy desobediente!” son algunas de las quejas más comunes entre los papás de niños que tienden a tener un mal comportamiento.
Los niños desobedientes dificultan su educación en casa y en el colegio. Por lo general, este tipo de problemas tiene un origen emocional que es necesario solucionar
Sin embargo, de acuerdo con la psiquiatra española María Jesús Mardomingo, conseguir un cambio de actitud por parte de estos niños es posible si los papás les dedican atención. Estas son algunas pautas para lograrlo.
Identificar a un niño desobediente y saber cuándo esta actitud puede suponer un problema serio en un futuro es el primer paso para corregir a un pequeño que no obedece. ¿Cómo saber si nuestro hijo está presentando una actitud de desobediencia excesiva? Los especialistas apuntan que a partir de los dos o tres años se pueden identificar las primeras conductas, que además son mucho más frecuentes en los niños que en las niñas. El patrón es una continua desobediencia y agresividad ante las figuras de autoridad, un comportamiento que ocasiona importantes problemas en la convivencia familiar.
No obstante, ante el desafío del pequeño, es primordial no perder el control. Hay que intentar mantener la calma al máximo, y una buena técnica para ello es colocarse a la altura del niño y establecer contacto visual directo. Desde esa posición hay que decirle, en tono firme, que no es aceptable su comportamiento.
Mantener un horario y un ritmo de vida estable es esencial para corregir a un niño desobediente. Si el niño se acuesta tarde y come a cualquier hora, en definitiva, lleva una vida caótica y será incapaz de guiarse por normas o límites cuando existan.Por el contrario, un horario definido para cada actividad, con las horas de descanso necesarias, ayudarán a mantener un orden y un equilibrio que ayudarán a que el niño tenga una actitud colaborativa y asertiva.
Las normas y los límites son fundamentales para establecer las barreras entre lo que se debe y no se debe hacer. Una condición importante es que sean claras y razonables. También deben corresponder a la edad de cada niño, ya que no podemos exigirle más de lo que pueda lograr. Por otro lado, es recomendable explicarle siempre el porqué de cada norma y de qué manera lo beneficiará acatarla.Por lo anterior, es muy importante que como papás aprendamos a dar órdenes. Por ejemplo, si a un niño pequeño le decimos: “Ve a tu cuarto, deja tus útiles, lávate las manos y siéntate a comer”, lo más probable es que no sea capaz de cumplir las cuatro órdenes. Como papás debemos saber adaptar nuestras peticiones a la edad y nivel de maduración del pequeño.