Ya desde tiempos antiguos se viene asociando el color al estado de ánimo, por tanto a las emociones. De tal manera que los expertos en la Psicología del Color aseguran que cuando estamos anclados en un episodio de estrés o tristeza, el hecho de ponernos ropa de un color determinado o cambiar el color de las paredes de casa, ayuda a salir del estado emocional adverso en el que nos encontramos.
Cada color tiene un significado en nuestro subconsciente, a él le asociamos toda una serie de virtudes y valores que tienden a ir de la mano de la cultura en la que vivimos. Por ejemplo, mientras que en España el amarillo en ciertos ámbitos se considera un color de superstición, en Perú es el color con el que reciben la llegada del nuevo año para que éste les sea más próspero.
Por tanto, cada color tiene una capacidad de expresión, aporta un significado a la persona que lo está percibiendo y provoca una emoción, un reacción positiva o adversa dependiendo del caso.
Yo os voy a hablar aquí de las sensaciones y emociones que provocan los colores desde el punto de vista de la cultura occidental que es a la que pertenezco. Veréis que casi todos ellos pueden ejercer una emoción doble, es decir, pueden conllevar tanto sensaciones positivas como negativas.
EL ROJO
Se asocia a personas extrovertidas y un tanto impulsivas que no dan mucha importancia a la reflexión.
Indica pasión, sexualidad, ímpetu, fuego y sangre. Ejerce una influencia fuerte sobre el estado de ánimo de una manera positiva como puede ser que te da la fuerza para enfrentarte a tus miedos y mostrar seguridad en ti mismo, o de una manera negativa puesto que puede dar lugar a actitudes agresivas.
Disciplinas como la cromoterapia aseguran que aumenta el pulso y el ritmo cardiaco por lo que puede resultar agotador al final del día.
EL NARANJA
Se asocia con la elocuencia y la alegría. Aumenta el optimismo, la seguridad en uno mismo y la confianza, dando lugar al equilibrio emocional. Por tanto es un color ideal cuando tenemos problemas de autoestima. Disminuye la fatiga y estimula el sistema respiratorio.
EL AMARILLO
Se asocia a la sabiduría, la inteligencia, la rapidez mental y la creatividad en cuanto a su vertiente positiva. En cambio respecto a su vertiente negativa simboliza la ira, la envidia, los celos y la traición.
EL VERDE
Es un color que se utiliza como sedante. Simboliza la esperanza, la estabilidad, la fecundidad, lo que ha de venir. Representa al equilibrio, ayuda a sentirse más tranquilo y sereno. Se suele utilizar en casos de insomnio, fatiga, jaquecas, excitabilidad nerviosa, ya que disminuye la presión sanguínea y baja el ritmo cardíaco. Pero también tiene un lado más negativo y es que puede significar locura.
EL AZUL
Pertenece a la gama de los colores fríos pero es un color que transmite serenidad, confianza, calma y tranquilidad, eso sí una sobreexposición al mismo puede conllevar a estados de tristeza, melancolía, depresión y fatiga. Normalmente se aconseja que se combine con colores cálidos para encontrar el equilibrio emocional.
EL VIOLETA
Se asocia a la intuición y la espiritualidad. Las personas que visten este color tienden a ser personas empáticas y afectivas, con tendencias artísticas y creativas. Es un color que disminuye la angustia, las fobias y el miedo.
EL BLANCO
Representa a la alegría, la pureza y la paz. Se asocia a la inocencia y al amor puro. Denota confianza pero a la vez inmadurez dependiendo del contexto en el que nos movamos.
EL NEGRO
Es el color al que se le asocian más características negativas como por ejemplo el dolor, la desesperación, la tristeza, la melancolía, la infelicidad, la irritabilidad, lo oculto; pero a la vez es el color de la elegancia, la seguridad y la sobriedad.
EL GRIS
Se le tiende a considerar como un color neutro por lo que tiende al equilibrio y el orden. Expresa elegancia y respeto, pero a la vez puede denotar aburrimiento y vejez.
Por todo ello os aconsejo ir jugando con los colores en ropas, adornos, decoraciones, etc… para ir equilibrando las emociones y poder llegar al bienestar. Es una manera creativa de conocernos a nosotros mismos y mostrarnos ante los demás.