Los niños se dan cuenta de todo. Cualquiera que tenga pequeños en su entorno cercano podría dar fe de ello. Los menores nos sorprenden todos los días con frases y razonamientos “avanzados” que en principio tendrían que ser inalcanzables para su edad. Cuando nos dicen cosas de este estilo nos dejan alucinados.
Pero no solo se enteran de las cosas que hablamos. También comprenden lo que pensamos y sentimos pero no decimos, a un nivel que los adultos pensamos que no llegan y que por lo tanto es invisible para ellos. Hablamos de muchos comportamientos y dinámicas de los padres, relacionados con la satisfacción que sienten como pareja, y que los niños captan e interpretan de manera más o menos acertada.
La pareja estable y funcional
En una pareja se juntan dos personas, las cuales aportan diferentes influencias derivadas de sus historias personales previas. Esta interacción va a dar lugar a una nueva realidad, con unas reglas de funcionamiento pactadas entre los dos, bien sea de forma explícita o implícita.
Además, se darán una serie de conductas dentro de la pareja que van a tender a mantenerse en el tiempo, de forma que se consiga un equilibrio que puede ser apropiado y saludable o disfuncional e insano. Pero, ¿qué va a hacer que una relación sea sana?
En el contexto de la pareja es muy importante que cada uno aprecie las características del otro. La coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos es muy relevante para el desarrollo de la comunicación en la pareja. Así, ambas personas sentirán que comparten su vida con alguien al que pueden interpretar, como paso previo a convivir en sintonía.
Los factores de riesgo del ambiente familiar para el niño.
La dinámica de la pareja, y la atmósfera emocional y relacional que esta construya, va a tener una gran influencia en el desarrollo de los niños. Si es disfuncional, va a provocar una falta de adaptación del pequeño a su ambiente. Por eso es importante establecer los principales factores de riesgo para la salud mental de los menores que dependen del estado de la relación que mantienen sus padres.
De forma particular, las disputas maritales son una variable a tener en cuenta. Cuanto más perciben los niños que hay hostilidad entre los padres, más probabilidades tienen los niños de presentar síntomas de ansiedad y depresión. Además, se incrementa el riesgo de que su conducta sea más agresiva.
Por otro lado, si los padres no se sienten satisfechos con la expresión de afecto en el ambiente de pareja, los niños presentan mayores quejas somáticas y mayor tendencia a internalizar los conflictos si los comparamos con los hijos de los padres que sí se sienten satisfechos.
Los factores de protección del ambiente familiar para el niño
Al igual que hay aspectos de la pareja que van a influir de forma negativa en el desarrollo del niño, también se dan otros que van a tener el efecto contrario. Es decir, van a suponer una variable de protección en su salud mental y física.
Las relaciones funcionales y sanas van a prevenir la presencia de trastornos psicopatológicos en los pequeños. De hecho, se ha demostrado que el grado de satisfacción de los padres con la expresión de afecto en la pareja está relacionado con la incidencia de estos trastornos en los niños.
Cuanto mayor es esta satisfacción de los papás en la relación, los niños presentan menos ansiedad y depresión. Por otro lado, cuanto mayor es en las madres, concretamente, menos síntomas somáticos y psicopatología en general se da en los niños.
A pesar de los estudios que hay al respecto, no deja de ser un campo difícil de medir. Se torna complicado delimitar en qué medida influye cada factor en el bienestar de los pequeños. Lo que sí está claro es que un ambiente familiar adecuado es primordial para la salud mental y física de los niños.