Conforme nuestros hijos crecen, aprenden, reconocen y canalizan sus emociones es importante saber qué es lo que hacen con lo que van experimentando frente a las diversas situaciones del día a día. Así como hay niños que socializan fácilmente, cantando, bailando y haciendo cosas graciosas para expresarse, existen niños que se enojan, avientan, gritan, insultan y pegan para mostrar lo que sienten, de acuerdo con su edad y experiencia. Si bien es cierto que no existen emociones “buenas” y “malas”, como papás debemos reconocer cuando algo en nuestro niño se está saliendo de control y está siendo agresivo con otros niños.
Nuestros hijos pueden mostrar actitudes agresivas por distintas razones: imitar al compañerito de clase, la violencia intrafamiliar a la que están expuestos, programas de televisión, películas, videojuegos, etcétera. Honestamente, aunque quisiéramos, nosotros los papás no podemos filtrar por ellos los mensajes agresivos que los rodean, pero sí podemos ayudarles a expresarse de mejor manera y evitar que la agresión se vuelva la base de sus reacciones y se conviertan en niños que golpean.
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