Carlos Ibarra, integrante de la Sociedad Venezolana de Psicología Clínica y de la Salud, especialista en programación neurolingüística y psicoterapeuta en el abordaje de conflictos emocionales, nos habla sobre el denominado Síndrome del Emperador, un trastorno de conducta que afecta a los niños, y cuya principal característica es que con lleva una actitud desafiante hacia los padres.
¿Cómo se puede identificar a un niño con Síndrome del Emperador?
“De repente, en la casa el niño es malcriado, manipulador, desobediente y, según se va haciendo mayor, las conductas se van magnificando. Cada vez tiende más al maltrato y a aumentar sus exigencias de cosas materiales. Si éstas no son concedidas rápidamente, aumenta la violencia emocional y física”.
“Niños y niñas con este síndrome se creen el centro de todo, son egoístas, imponen las normas en su casa, van en contra de las normas establecidas por sus padres y madres, generan maltrato físico, psicológico y emocional en perjuicio de sus padres. Se muestran violentos con las personas que se interponen en su camino para conseguir lo que desean. Estos comportamientos comienzan a trasladarse a la escuela y a sus vidas como adultos”.
“Les gusta justificar sus conductas culpando a los demás de lo que hacen, intentan imponer de manera sistemática su voluntad, son agresivos, sufren constantes rabietas en lugares públicos, les cuesta seguir instrucciones y finalizar sus tareas escolares, no tienen remordimiento o culpa por la violencia que utilizan”.
“Los padres y madres, por el miedo a exponerse a ser juzgados por la sociedad, prefieren guardar silencio sobre los golpes, insultos o lanzamiento de objetos”.
¿Cuáles son las causas que generan el Síndrome del Emperador?
Se han consignado elementos hereditarios, impactos emocionales sufridos por la madre durante el embarazo o falta de conexión afectiva de la madre con los hijos durante los primeros días de nacidos. También influye la ausencia de habilidades de los padres y madres para llevar la autoridad y las normas en el hogar. Se observa una cultura permisiva, complaciente y sin límites en la manera de gestionar las relaciones familiares”.
¿Cómo se puede prevenir y atender este problema?
“Lo fundamental es el grupo familiar, así sea una mamá, abuela, tíos o tías. Que exista amor, cariño, compresión y unión. La afectividad es clave para prevenir cualquier conducta violenta en el hogar. Es importante que el niño tenga claras cuáles son las normas y valores, y que base su aprendizaje en seguir el ejemplo de los adultos que le rodean”.
El psicólogo Carlos Ibarra también considera recomendable efectuar campañas informativas y educativas para que la comunidad tenga más claridad a la hora de lidiar con este problema.
De acuerdo con un estudio que se realizó en Estados Unidos, la violencia física o psicológica de adolescentes hacia sus padres tiene una incidencia de entre el 7 y el 18% en las familias tradicionales, mientras que en las monoparentales llega hasta el 29%.