Entre los 3 y los 5 años de edad, es conveniente propiciar el desarrollo integral de los niños, tomando en cuenta cuatro dimensiones fundamentales: social, física, cognitiva y afectiva.
Fue bajo esta consigna que se creó el Patio de aventuras, un espacio dentro de Papalote Museo del Niño, en el que los peques pueden jugar libremente y divertirse mientras favorecen su desarrollo en todos estos ámbitos.
En el ámbito social
Cooperan con otros niños y toman decisiones para organizar el juego y asumir el rol que cada quien desempeña, poniendo en práctica valores como el respeto y la tolerancia.
En el ámbito físico
Estimulan su motricidad usando el cuerpo para desplazarse de diferentes formas y manipulando objetos y texturas.
En el ámbito cognitivo
Aprenden conceptos relacionados con el servicio de bomberos, la captación de agua de lluvia y las actividades dentro del hogar.
En el ámbito afectivo
Refuerzan aspectos de su personalidad e identidad al expresar diversas emociones implícitas en el juego.
¿Y cómo es que este espacio resulta tan provechoso? Patio de aventuras cuenta con cinco diferentes escenarios, representando cada uno de ellos algún juego o juguete utilizado comúnmente por los niños de este rango de edad, solo que magnificados, no solo en cuanto a tamaño sino a diversión:
Jugando a la casita, los niños recrean las diferentes situaciones que se presentan comúnmente en ella, como labores domésticas, trabajo de construcción y reparación del hogar.
Aquí los niños juegan a conducir agua a través de tuberías móviles. El agua simula ser captada de las lluvias dentro de un gran tinaco para ser utilizada en distintas actividades del hogar.
Para encontrar la salida de este laberinto, los niños deben recorrer varios senderos y superar distintos retos.
A los niños de esta edad les encanta la idea de convertirse en héroes para ayudar a los demás. Una buena manera de experimentar esta sensación es jugar a ser bombero, ponerse el uniforme,
recibir algunas herramientas de trabajo y salir en la bombera a atender emergencias.
¿Quién no recuerda haber pasado horas haciendo castillos de arena y todas esas otras cosas que caben en la imaginación de un niño? Este arenero es de esos lugares que hacen felices a los más pequeños.
Además, el papel que desempeñan los papás u otros adultos que acompañan a los pequeños en esta zona del Museo es sumamente relevante, no solo como organizadores del juego o como espectadores, sino como participantes, lo que resulta fundamental para fortalecer con sus peques los lazos de seguridad y confianza que tan necesarios son en esta etapa de su desarrollo.