Investigadores del Instituto Max Planck para la Evolución Antropológica, aseguran que hay mucha evidencia que sugiere que la presión de selección durante el proceso de domesticación canina, modificaron a los perros de tal manera, que se adaptaron rápida y totalmente a su nuevo nicho, el medio ambiente humano.
Las evidencias indican que incluso los perros, nacen con la habilidad de entender que se señala un objeto, pues cachorros de seis semanas de nacidos, presentan este rasgo sin haber ningún tipo de entrenamiento.
La domesticación y tantos años de convivir con los humanos, le han dado a los perros una habilidad evolutiva de poder prestar atención y entender la comunicación humana a través de los gestos.
Si bien puede pensarse que los chimpancés, al ser más próximos a los humanos, pudieran entender mejor la gesticulación, pero debido al poco contacto entre especies, no son capaces de comprender gestos tan sencillos, como puede ser que un humano señale un objeto.
Esto hace pensar que el señalar objetos no sólo es una característica que los humanos heredaron. Si bien los chimpancés son más próximos, genéticamente hablando a los humanos, los perros también han adoptado dicha habilidad.
Otros estudios
Además de este simple gesto, un reciente estudio de la Universidad de Veterinaria en Viena, ha determinado que los perros pueden diferenciar expresiones de tristeza o felicidad en el rostro humano. El estudio se hizo entrenando a perros de diferentes razas como el BorderCollie, el Pastor Alemán o el Golden Retriever, a que tocaran una pantalla táctil cuando vieran un rostro alegre o triste.
Un ejemplo es que para asegurarse de que los perros no sólo reaccionaban a que los dientes se asomaran en una sonrisa, se utilizaron imágenes tanto del rostro completo, como de la parte inferior y superior del mismo. Así, los perros identificaron las emociones en diferentes partes de la cara, no sólo en la boca.
A diferentes grupos de perros, se les pidió identificar ciertas expresiones. Así, unos debían elegir entre imágenes de gente que conocían o de perfectos desconocidos, expresiones de felicidad o de enojo para recibir un premio.
Si los perros son capaces de poder identificar emociones, deben de hacerlo sin importar qué parte del rostro están enfocando, aunque el estudio determinó un dato curioso: los perros se fijan más en la mitad izquierda del rostro.
Además el grupo de perros a los que se les pidió identificar los rasgos de alegría, lo hizo más rápido que los que tenían que identificar expresiones de enfado.
El que a los perros les costara menos identificar un rostro alegre de uno enfadado, quizás se deba a la asociación negativa de los perros hacia las actitudes de enojo. Un rostro feliz significa caricias, comida o quizás algún premio, mientras que un rostro enojado significa que su dueño no le hará caso o que incluso puede recibir una reprimenda.
Todavía no se puede determinar si los perros identifican estas expresiones por sus experiencias de vida o por el proceso de domesticación. Sin conocer de momento la razón, es evidente que los perros pueden diferenciar entre ambas expresiones.
Debido al lazo tan fuerte que se ha originado entre humanos y perros a lo largo de miles de años, se ha creado una conexión en donde los perros han aprendido a entender cómo se siente su mejor amigo.
Desde que se dio el proceso de domesticación, se han ido creando razas para determinadas tareas, una de las cuales puede ser, quizás, el entender nuestras emociones.
En un futuro, se piensa estudiar a otras especies que conviven con el hombre, como cerdos o gatos para determinar si esto es una condición exclusiva de los perros o tiene que ver con el condicionamiento animal en general.
Además, el estudio plantea que también se realice con perros que no han tenido tanto contacto con humanos, e incluso con otras especies de caninos como los lobos, para saber si es una característica aprendida o ya incluida en el código genético de los perros.