Enseña a tu hijo a reconocer y manejar sus propias emociones, para que pueda ser empático y entender las de los demás. De esta forma podrá tener relaciones más sanas, desarrollar una mejor estabilidad emocional y alcanzar el éxito personal.
Ayúdalo a desarrollar diferentes capacidades, como el hecho de conocerse a sí mismo, identificando sus sentimientos ante diferentes situaciones, que pueda ponerle nombre a sus emociones y los cambios que le genera cada una de ellas.
Motívalo a hacer cosas, al principio quizás con estímulos o recompensas de por medio, pero con el objetivo de que pueda empezar a descubrir sus propias motivaciones internas que lo lleven a actuar. Refuerza su autoestima y asegúrate de que tenga una valoración positiva de sí mismo.
Ante las dificultades o problemas a los que se enfrente, ayúdalo a ver las cosas positivas de cada situación. Ayúdalo a controlar sus impulsos y manejar la forma en que manifiesta sus emociones a través de la contención y poniendo limites.
Promueve su autonomía, independencia y empatía por medio de la comunicación. Permite que enfrente y solucione conflictos. Con todo ello, podrás decir que tienes un niño con inteligencia emocional.