- Abandona tu punto de vista. Ponernos en el lugar del otro no implica comprenderlo desde nuestra perspectiva. Ser empático requiere identificarse con los sentimientos del otro desde SU propio marco de referencia. Esto implicará que en ocasiones no estemos del todo de acuerdo con lo que la persona nos expresa, pero no tiene por qué ser una barrera para empatizar. No resulta fácil ser completamente objetivo y abandonar el propio marco de referencia, de hecho esta es una de las habilidades en las que los psicólogos clínicos (bien formados) han sido entrenados de forma específica. Para intentarlo prueba a adoptar una actitud libre de juicios de valor, intenta no clasificar lo que está experimentando la otra persona como algo bueno o malo y podrás acercarte de forma más objetiva a su malestar.
- Abandona los consejos. Decir lo que “debería” o “tendría” que hacer la otra persona no te está permitiendo comprender puramente lo que siente o piensa. Y lo que es más importante, la otra persona no se sentirá comprendida en ningún momento pues sentirá que le estamos imponiendo una tarea que no llega a cumplir.
- Abandona el “no te preocupes”. No deja de ser una forma más de consejo, pero lo decimos con tanta frecuencia que merece un apartado especial. Sugerirle a la otra persona que abandone su sufrimiento aunque sea de manera temporal, sólo refleja que no hemos sido capaces de comprender en su totalidad lo que está experimentando. En su lugar, demostrar que le comprendemos mediante una escucha activa o simplemente un “te comprendo” de forma sincera pueden ayudarnos mucho más.
Vale, esto es lo que NO tengo que hacer… ¿pero qué hago para ser más empático?
- Escucha. Pero escucha de verdad. Con esto me refiero a que prestes plena atención a lo que la otra persona te está diciendo. Olvídate del móvil, de cortar la conversación, de desviar el tema o de interrumpir para contar tus experiencias (“eso no es nada, a mí lo que me pasa es…”). Seguro que te has topado alguna vez con un grupo de personas en las que uno cuenta un problema o malestar, y otra responde contando otro mayor, iniciando una escalada infinita que parece una competición por ver quién lo está pasando peor… esto es todo lo contrario a ser empático.
- Concéntrate en el lenguaje verbal y en el no verbal de la otra persona. Muchas veces en la conversación aparecen incoherencias entre uno y otro y es muy interesante mantenernos alerta pues la información que nos proporciona nos permitirá entenderle mejor, ver si necesita ayuda, consejo o que le escuchemos.
- Tolera el silencio. Cuando queremos ayudar a alguien a veces nos ponemos nerviosos, con toda nuestra buena intención intentamos darle una respuesta rápida a su malestar. Es entonces cuando aconsejamos mal, interrumpimos, o usamos muletillas como la ya mencionada “no te preocupes”. Esto puede suceder entre otras cosas, porque no somos capaces de manejar y tolerar los silencios estando en compañía. No pasa nada por estar al lado de alguien sin decir nada, a veces la otra persona lo agradece y se abre más a contarnos algo si nos ve receptivos. Piérdele el miedo!
¿Qué es empatía y que NO ES empatía?
Es muy interesante diferenciar la empatía de otros sentimientos como la simpatía o la compasión. En la simpatía nos identificamos con los sentimientos del otro, incluso compartimos sus vivencias, pero no establecemos una comprensión de lo que le está sucediendo a nivel cognitivo que nos permita ponernos en su lugar aunque no compartamos su misma opinión. En cuanto a la compasión, el sentimiento de lástima por las personas que sufren no implica que realmente nos identifiquemos con ellas, y mucho menos que lleguemos a actuar para solucionar parte de su malestar.