Llamamos empatía a la capacidad de ponerse en el lugar de otro; al interés por saber cómo se siente la otra persona. Y cuando “ese otro” es nuestro hijo, el desarrollo y puesta en práctica de esta habilidad cobra mucha más importancia. Como papás, es fundamental que constantemente nos estemos poniendo en los zapatos de nuestros hijos, en vez de permanecer solo como jueces que aprueban o censuran comportamientos sin hacer siquiera el intento de entender lo que los está causando.
Preguntarnos cómo se estará sintiendo nuestro hijo ante determinada situación, qué estará pensando, qué suele causarle preocupación, qué le ilusiona o qué le motiva, será de gran ayuda para conocerlo mejor y poder brindarle mayor cuidado. Además, cuando aprendes a observar lo que ocurre en el interior de tu hijo, aprendes también a observar lo que ocurre en tu propio interior. Reconocer y comprender sus emociones te ayudará a ser, no solo mejor padre o madre, sino una persona emocionalmente sana, lo que te permitirá hacer de ellos niños también sanos emocionalmente.
Estas son algunas medidas que te ayudarán a entender mejor a tu hijo
Háblale en positivo
Como señala el libro ¿Cómo formar hijos emocionalmente sanos?, la autoestima de tu hijo es un aspecto fundamental en su salud emocional, por ello es importante que siempre oiga más la palabra “sí” que la palabra “no”. Por ello, cuando quieras corregir algo procura que sea en positivo. Por ejemplo, en vez de decirle: “¡No grites!”, dile: “Habla en voz baja, así podré entenderte mejor”. Si puedes, también es recomendable que te pongas a su altura y lo veas a los ojos.
Dale tiempo de calidad
El estrés y la falta de tiempo para estar con la familia son problemas que influyen directamente en nuestra salud emocional y la de nuestros hijos. No son pocos los hogares en que los padres se ven obligados a delegar a otras personas el cuidado de sus peques. Si estás en este caso, debes evaluar muy bien a quién elegir para que se quede al cuidado de tu hijo. Lo ideal es que llegue a sentirse (casi) como en casa, tranquilo. Por otro lado, cuando estés con él, pon tu mayor empeño en que sea tiempo de calidad: enséñales a ser felices jugando con ellos, contándoles cuentos, escuchando sus necesidades. Pero recuerda: jugar con tu hijo no es tenerlo entretenido mientras tú te pones a hacer otra cosa junto a él.
Mantén el orden
El orden es fundamental para que un niño se sienta seguro. Establecer momentos y maneras de hacer las cosas le dará estructura, algo que será de gran ayuda para inculcar en él buenos hábitos y hacer que desarrolle confianza en sí mismo, constancia y paciencia. Por otro lado, enseñarle a ser ordenado es darle un regalo para toda la vida. Ahora bien, mantener el orden no significa que tu casa se convierta en un cuartel. Sé flexible y trata de mantener un equilibrio.
Desarrolla su paciencia y fuerza de voluntad
En la vida real, nadie puede obtener todo lo que desea, en el momento en que lo desea y de la manera en que lo desea. Es importante que un niño aprenda esto desde pequeño para que desarrolle tolerancia a la frustración. Sin embargo, es igualmente importante que entienda el valor del esfuerzo para que luche por conseguir lo que quiere, siempre y cuando esta lucha se dé bajo las reglas establecidas. Un niño que no aprende desde pequeño el valor de las cosas porque sus papás le dan todo como él quiere, muy probablemente se convierta en un adulto frustrado.
Construye su autonomía
Tu hijo/a no eres tú. Respeta lo que siente sin menospreciar sus emociones ni intentar que sean iguales a las tuyas. Evita decirle que exagera, que es imposible que se sienta así. Si te cuesta aceptarlo, es probable que en él haya algo tuyo que no te gusta. Para que un niño sea autónomo hay que ayudarle a que reconozca y desarrolle sus capacidades.
Asegúrate de ser tú quien quieras que él sea
Toma en cuenta que el ejemplo que le des será su principal ventana al mundo, el mejor libro para enseñarles a vivir. Por eso es fundamental que seas coherente como persona y como padre. Ellos lo ven todo, lo oyen todo y entienden más de lo que imaginamos. Los niños saben cómo somos por lo que hacemos y no por lo que decimos que hacemos. La mejor enseñanza no se transmite con palabras sino con actos. Si quieres que tu hijo sea agradecido, asegúrate de serlo. Si quieres que tu hijo deje ordenado su cuarto, tú también mantenlo ordenado. Si quieres que tu hijo sonría, sonríe tu primero.
Finalmente, enséñale a tu hijo que la felicidad no depende únicamente de poder hacer y tener todo. Que su plenitud, satisfacción e ilusión no dependa de lo material. Pero, si aun teniendo en cuenta todos estos cuidados, consideras que tu hijo presenta síntomas de infelicidad, que está triste, acude a un profesional.