El primero en definir el Síndrome de Alienación Parental (SAP) fue el psiquiatra infantil Richard Gardner (1985) como una alteración que usualmente aparece en el contexto de un divorcio, en la que los menores desprecian y critican a uno de sus progenitores.(Vilalta, 2011).
En el SAP se prepara a un niño/a para que ODIE a uno de sus padres sin que tenga justificación.
Cuando el síndrome se presenta, el niño/a da su propia contribución en la campaña de denigración del padre alienado; lo que posteriormente es designado como “pensador independiente” uno de los criterios claves para que se cumpla el SAP (Podevyn 2010).
¿Qué consecuencias tiene para un niño ser víctima de SAP?
Los hijos de parejas en cuyos hogares existe maltrato de cualquier tipo presentan muchos síntomas que aparecen en forma de miedos, angustia, agresividad, cuadros psicosomáticos como dolores de tripa, problemas respiratorios (asma), gastritis, dolores de cabeza, problemas de alergias en la piel, etc…, son señales de alarma que indican que el niño necesita ayuda y no se encuentra bien, y en la mayoría de los casos es necesario recurrir a la ayuda profesional (Barreo y Bilbao 2008).
El SAP puede inducir en los hijos víctimas: una depresión crónica, una incapacidad de funcionar en un ambiente psicosocial normal, trastorno de ansiedad, trastornos de identidad y de imagen, trastornos de la conducta alimentaria, desesperación, un sentimiento incontrolable de culpabilidad, un sentimiento de aislamiento, comportamientos de hostilidad, falta de organización en algunos casos más graves personalidad esquizofrénica y a veces el suicidio.
El problema más importante que en estos niños se puede encontrar es que su relación con uno de sus padres está rota. De esta manera, la primera pérdida que podemos señalar es que nos encontramos con un empobrecimiento en distintas áreas de los niños. Donde entra una lucha de lealtades y que pone a los niños en una posición incapaz de sostenerse.
¿Se podrían imaginar por un momento, qué significa para un niño tener que elegir entre su madre y su padre? ¿Qué pasa por la mente de un niño que debe escuchar comentarios despectivos hacia uno de sus padres? ¿Qué mensaje le enviamos a los niños con este ¨comportamiento adulto¨? ¿Qué sienten los niños al ver que otros miembros de la familia se hacen cómplice de esto?
Según Cartwritght (1993): ¨El niño experimenta una gran pérdida, cuya magnitud es comparable con la muerte de un padre, dos abuelos y todos los parientes y amigos del padre o la madre. Además, el niño es incapaz de aceptar la pérdida, y menos de lamentarla¨
El sentimiento incontrolable de culpabilidad surge del hecho que el hijo, una vez adulto, siente que ha sido cómplice, a pesar de él, de una gran injusticia infligida al progenitor alienado. El hijo alienado puede reproducir la misma patología psicológica que el progenitor alienador.
¿Qué podemos hacer?
Buscar ayuda profesional, ya que una intervención temprana puede ser la clave de la recuperación. Los profesionales irán dando pautas de actuación para estos casos, como por ejemplo:
–No renunciar a los hijos
–No tomar represalias
-Centrarse en mantener una relación con los hijos/as de forma positiva
–No tratar de sonsacar información a los hijos sobre la causa de la alienación.
–No esperar para intervenir hasta que empiezas a tener problemas. Muchas veces los problemas con la alienación tienen lugar cuando tú o tu ex –pareja empiezan una nueva relación.
–No perder el contacto con los hijos, por más breve o distante que este sea.
-No debemos entrar en la réplica agria ante los ataques de los hijos; cuando el nivel de agresión haga que esto resulte difícil, intentaremos recordar la relación que teníamos con ellos antes de la separación, recordándonos que el verdadero origen de la agresión es el otro progenitor.
-Usar el humor antes que la ironía. Los progenitores no deben olvidar que sus hijos son muy sensibles a las cualidades de comunicación oral y el lenguaje no verbal.
-Buscar oportunidades de hacer cosas juntos (con los hijos), inicialmente lúdicas para, con posterioridad, compartir asuntos más íntimos y relevantes.
-Se tiene que recordar siempre que nuestros problemas son problemas de adultos, no se deben trasladar a los hijos.
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