Existe una tendencia general a asociar la psicología positiva con algún tipo de corriente espiritual o método de autoayuda milagroso. Sin embargo, la psicología positiva es una corriente que se basa en postulados científicos y sigue el mismo rigor que otras.
La diferencia con otras corrientes no es más que su objeto de estudio. Tradicionalmente, la psicología y sus diversas perspectivas se han ocupado del estudio de la patología, de los aspectos negativos de la persona, buscando poner una solución a estas notas negativas. En cambio, la psicología positiva supone una revolución y un cambio radical de punto de vista, ya que, como su propio nombre indica, desplaza su interés hacia los aspectos positivos de la mente y de la persona. Esta corriente de la psicología focaliza su atención en un campo de investigación y de aplicación distinto: se centra en las cualidades y en las características positivas de las personas, y busca el desarrollo de dichas cualidades, de manera que el individuo pueda utilizarlas como fortalezas personales que le permitan enfrentarse a las adversidades.
La psicología positiva estudia con rigor científico variables como el optimismo y su influencia en el bienestar. Analiza las variables asociadas a la superación personal, al afrontamiento de la adversidad, con el objetivo último de poder ofrecer una mayor calidad de vida a la personas.
¿Cómo la psicología positiva puede ayudarte a ti y a tu hijo?
Tal vez te preguntes para qué podría servirte a ti la psicología positiva, si lo que tienes son emociones negativas. Si sientes tristeza, dolor o miedo, ¿de qué te sirve esta corriente?
Precisamente, la psicología positiva supone un nuevo enfoque, no solo de estudio y de entender al ser humano, sino también de tratamiento. Conociendo las bases del bienestar, y los mecanismos de las emociones positivas, a través de la psicología positiva se pretende potenciar éstas para mejorar estados de ánimo negativos.
Muchas veces, cuando los papás acuden al consultorio buscando resolver alguna situación por la que atraviesan sus hijos, descubren que el problema inicia en ellos mismos, y que necesitan empezar a hacer algo para estar mejor y ser un buen ejemplo en casa. Hablando específicamente sobre manejo de emociones, ¿cómo podría una madre ayudar a su hijo a fortalecer la autoestima si ella no es capaz de valorarse a sí misma? Cambiemos de perspectiva: ¿qué pasaría si alguien que no fuera capaz de reconocer sus propios errores te hablara sobre la importancia de saber perder? ¿Le creerías? Por eso, si lo que quieres es ver a tu hijo feliz, empieza haciendo todo lo posible por estar bien ¡y contágiale esa felicidad! Piensa que no hay mejor manera de orientarlo hacia la dicha que mostrándote dichoso frente a él y transmitiéndole esa alegría por vivir.
El malestar puede ser ocasionado por diversas razones, pero es la ausencia de recursos positivos, entendidos como fortalezas personales, emociones positivas, etcétera, lo que nos mantiene en el malestar y nos condena al mismo. La psicología positiva nos ayuda mediante el desarrollo de estos recursos positivos.
A través de la psicología positiva se hace un trabajo personal para desarrollar las propias fortalezas. Se trata de un camino de crecimiento y autodescubrimiento.
Una vez desarrolladas las fortalezas, se traza el camino del disfrute, el compromiso y significado, para lograr la armonía con uno mismo. Desarrollar la capacidad de disfrutar, de aceptar y dar significado a lo que nos pasa, así como asumir un compromiso con nuestro bienestar.