Hay muchos pensamientos que la desencadenan. El miedo a quedarse en blanco, el temor a decepcionar a los padres o el simple pensamiento de que todos los estudiantes del aula saben más que uno mismo. La ansiedad aparece sin avisar, puede generar calambres, dolor de estómago o sudores fríos y bloquear la mente. En el caso de los universitarios, se dispara en época de exámenes.
“Los estudiantes que presentan ansiedad pueden conseguir los mismos resultados que los que no, pero su esfuerzo será mucho mayor y les llevará más tiempo”, explica Joaquín Álvarez, profesor del departamento de Psicología de la Educación de la Universidad de Almería y autor de un estudio que señala que el 35% de los universitarios padece ansiedad durante las pruebas académicas. La muestra, realizada con 1.021 alumnos de 33 grados, indica que las carreras que presentan un mayor índice de alumnos afectados son Ciencias Sociales y Jurídicas, Ciencias de la Salud y las titulaciones técnicas. Los estudiantes de entre 23 y 26 años son los que más la sufren. «A medida que avanza la edad, el sentido de la responsabilidad y la presión social aumentan», asevera.
La ansiedad es un estado en el que aparecen sentimientos de aprensión, incertidumbre y tensión por anticipar una amenaza real o imaginaria, según la definición de la estadounidense Diane Papalia, psicóloga y experta en desarrollo cognitivo de la Universidad de Virginia Occidental. La ansiedad continuada puede impedir al estudiante alcanzar los objetivos que se propone. Estudiar, ir al examen y aprobar se convierten en obstáculos insalvables.
“El verdadero problema aparece cuando evitamos las situaciones que nos producen ansiedad, cuando no vamos a un examen porque estamos demasiado nerviosos para hacerlo bien o no estudiamos porque estamos agitados y preferimos esperar a encontrarnos bien”, explica Lucía Olivera, directora del gabinete de orientación educativa de la Universidad Francisco de Vitoria.
¿Cómo se puede identificar? Hay síntomas que son fácilmente observables: nerviosismo intenso desde el punto de vista fisiológico (palpitaciones, tensión muscular o incremento de la sudoración); aceleración del pensamiento; anticipación de futuros fracasos; bloqueo (que en ocasiones puede provocar que el estudiante no quiera acudir al aula); problemas para conciliar el sueño; trastornos estomacales o mayor irritabilidad.
Aunque todavía no existe ningún estudio que haya demostrado una relación directa entre la ansiedad y la obtención de peores resultados académicos, lo que sí está claro es que dificulta el almacenamiento y la organización de la información y la recuperación de ese material, apunta el profesor Joaquín Álvarez. “Todas las universidades deberían contar con una sala para atender a los alumnos con ansiedad durante los exámenes. Hablar con un profesional 30 minutos antes de la prueba les ayudaría a ganar confianza y calmarse antes de entrar a al aula”.
La ansiedad no solo afecta al rendimiento académico, también puede causar problemas de salud. En 1986 la investigadora de la Universidad Estatal de OhioJaniceKiecoltGlaser informó de la actividad de las llamadas células Natural Killers durante los periodos de exámenes en estudiantes de medicina. Según su estudio, la depresión del sistema inmunitario o la vulnerabilidad del organismo ante las enfermedades son algunas de las consecuencias.
Para tratar de prevenir y hacer frente a esta dolencia, hay una serie de técnicas que pueden ser de utilidad, aunque los expertos recomiendan consultar a un especialista para obtener un diagnóstico y un plan de acción.